SIERRA PRODUCTIVA

viernes, septiembre 12











Sierra Productiva video 2

martes, septiembre 2


Sierra Productiva. Hace 14 años un grupo de campesinos comenzó a soñar con otra vida. El trabajo fatigoso no era gratificado en la misma magnitud.

La pobreza era lo único que heredaban los hijos de los pobladores. Había que romper con esa cadena de sucesiones y para eso solo contaban con la tierra, el agua y el sol.

Los peores meses del año son julio y agosto. Las heladas tienden a arrasar con cualquier vida vegetal o animal que permanezca a la intemperie en zonas cercanas a los 4.000 m.s.n.m.

Sin embargo, este grupo de campesinos descubrió la manera de superar la adversidad del clima y la naturaleza, valiéndose de ellas mismas. Y lo más novedoso, la experiencia ha comenzado a replicarse en otras zonas altoandinas dentro y fuera del Cusco.

Agrupados en la Confederación de Campesinos del Cusco y con la iniciativa de la ONG Instituto para una Alternativa Agraria (IAA), consolidaron una serie de tecnologías productivas que provienen de los incas y también otras más modernas; todas en armonía con el medio ambiente. En conjunto, suman 18 tecnologías y su base está en el riego tecnificado. Con botellas y productos de la zona elaboran sus aspersores y sus bombas de agua. Eso significó que los campesinos dejasen de depender de las lluvias que caen tres meses al año para hacer uso de su propia lluvia a lo largo del año.

Con el tiempo, estos campesinos se autodenominaron 'yachachik' (quien lleva el conocimiento, en quechua), y el programa en su conjunto se ha bautizado como Sierra Productiva.

Sierra Productiva video 1



Sierra Productiva. En un lugar del Cusco, donde solo crece el ichu como mala hierba y donde el aire helado podría cristalizarse en las fosas nasales, los pobladores de la denominada microcuenca de Jabón Mayo generaron el milagro de convertirse en agricultores de hortalizas. Si antes la dieta diaria estaba basada en mote y papa, la vida de estos pobladores ha dado un giro de 180 grados, gracias a la utilización de tecnologías adaptadas a sus zonas que les permite consumir diariamente hortalizas de todos los colores. Debido al desarrollo del agro, también se ha dado un salto en el rubro ganadero. Las vacas criollas, que producían dos litros diarios de leche, están siendo desplazadas por las productivas Brown Swiss que rinden 10 veces más. Otro rubro que cobra un mayor número de actores es el ganado de engorde. Es posible encontrar en algún establo un robusto toro que pese más de 500 kilos listo para venderse en S/.2.000 o S/.3.000 en las ferias ganaderas que comienzan a abundar en zonas aledañas. Con mejor carne y sabor, no resulta una ilusión que las mesas de los carnívoros más exigentes se satisfagan pronto con la producción local. Así, los tomates se han convertido en las manzanas y el yogur vendido en sachet, en los nuevos chups de los niños de Jabón Mayo. Además de superar la falta de nutrición, estos pobladores trazan sus planes productivos para los próximos años. De esta forma, estos peruanos han comenzado a dar sus primeros pasos para conectarse con aquello que parecía tan lejano: el mercado.


Darle alma al crecimiento

Es inconcebible y hasta inmoral que el Gobierno no haya adoptado como política de Estado la propuesta de Sierra Productiva y los yachachiq


Es cierto que solo la iniciativa productiva privada permite salir de la pobreza. Los campesinos no saldrán de ella recibiendo 100 soles de Juntos todos los meses. Por el contrario, eso los mantendrá en la indigencia. Si hay que ser pobre para recibir 100 soles, pues habrá que permanecer como tal para seguir recibiéndolos. Es peligroso. Corremos el riesgo de generar una dependencia perversa. Juntos debe ser reconvertido en un medio de capitalización productiva de los agricultores pobres. Usar parte de los 100 soles para pagar a plazos equipos de riego u otras innovaciones, por ejemplo. No cuchara, sino palanca. Porque el problema es cómo lograr que los pobres inviertan y produzcan, cómo pasar de actividades de subsistencia o autoconsumo a actividades de acumulación capitalista. Dicho de otro modo, cómo participar en la fiesta del mercado, cómo convertirse en ciudadanos plenos.

La respuesta del Gobierno es simple: más carreteras, más teléfonos, más electrificación, más agua potable, etc. Y está bien, pero no es suficiente. Los campesinos andinos necesitan apoyo tecnológico y opciones institucionales para aumentar su productividad. El paquete tecnológico ya existe: está en el programa Sembrando de Pilar Nores, en la revolución del riego por aspersión y otras tecnologías de Sierra Productiva y los yachachiq, entre otros. Las opciones institucionales también: la titulación individual que puede ofrecer Cofopri si las comunidades lo deciden, y ofertas de alianzas productivas con empresas.

Es inconcebible y hasta inmoral que el Gobierno no haya adoptado como política de Estado siquiera la mencionada propuesta de Sierra Productiva, por ejemplo, que permitiría a los campesinos salir de la pobreza en uno o dos años. La resistencia viene, sobre todo, del Ministerio de Agricultura, cuyos intereses burocráticos temen seguramente ser desplazados y no toleran que los humildes yachachiq reemplacen a los técnicos del ministerio. Es el síndrome colonial. La eficiencia de Sierra Productiva denuncia la ineficacia de los programas de ese ministerio. Por eso se oponen. Una vergüenza.

Está faltando clamorosamente una propuesta integral bien articulada para ofrecerla con entusiasmo y convicción a las comunidades. Es el elemento catalizador que se necesita para darle alma a este crecimiento de las cifras y contrarrestar la difundida idea de que este es un gobierno para los ricos. La reforma del alma debe comenzar con una reforma del mensaje del Gobierno, de su propuesta integradora. A este gobierno le hace falta liderar una gran cruzada popular por la inclusión de los pequeños en el mercado, en el gran intercambio nacional y global, donde otras reformas como la de las mypes también deben convertirse en bandera y en hechos.

De lo contrario, el país puede ser ganado por los manipuladores de las expectativas, diferencias y resentimientos que el mismo crecimiento naturalmente enciende, y de las resistencias de los afectados por las reformas modernizadoras y formalizadoras, desde la ley de carrera pública magisterial, que instaura el mérito, hasta las leyes que ordenan la actividad forestal y la pesca, por ejemplo. Esa movilización contra el progreso, que se mezcla con reclamos legítimos por incumplimientos del Gobierno o por mejores condiciones de acceso al mercado, solo puede ser contrarrestada por la percepción popular de un gran esfuerzo de integración nacional en marcha en el cual todos tienen cabida.


Jaime de Althaus
(aparecido en "EL Comercio" 01/08/08 )