La inclusión es también productiva

domingo, enero 8


Está seguro de que tiene la receta para acercar a pobladores y mineros en aras de que logren, por fin, una convivencia armoniosa. Carlos Paredes, fundador y promotor de Sierra Productiva, considera que los logros ya cosechados son su mejor presentación. Este programa que desarrolla unas 18 tecnologías en los caseríos más olvidados por el Estado, elevó la calidad de vida y aumentó los ingresos económicos de unas 50 mil familias en el país. Con el último conflicto sin resolver entre los pobladores de Cajamarca y la minera Yanacocha, Paredes cuenta que ya comienzan a tomar más en serio a Sierra Productiva.
¿Cuál es su interpretación de lo que ocurre con las poblaciones que tienen un rechazo rotundo a los proyectos mineros?
Pienso que existen errores de enfoque del lado del Estado y de las propias mineras. Ninguno de los dos mantiene una preocupación por la unidad familiar campesina, es decir de lo que vive la gente. ¿Qué están haciendo los de Yanacocha en Conga? Han sacado a algunos campesinos de sus actividades para convertirlos en ofertantes de maquinarias a la mina. De esta manera, generan una gran diferenciación entre quienes mueven grandes cantidades de dinero y aquellos campesinos que no reciben nada equivalente.

¿El Estado tiene parte de la culpa?
El Estado, que tiene más dinero a través del canon y los aportes de la minería, no permite que se implementen tecnologías en predios familiares. El MEF, a través del SNIP, no permite este tipo de inversión a los gobiernos regionales. Entonces, el dinero de las mineras, que es canalizado por el Estado y los gobiernos regionales, no llega a las familias.

Y todo eso alimenta el conflicto…
Las familias campesinas están abandonadas. No se entiende que el destino de esas familias depende de cómo gestionan su unidad productiva. Un error del Estado es considerar como no viables las unidades por debajo de las 20 hectáreas. Les pide que se junten cuando ni siquiera topográficamente eso es posible. La idea es mirar a estas unidades como si fuesen bodegas; no les puedes decir que habrá apoyo siempre que hagan un supermercado. Eso no funciona.

¿Qué propone en el caso de Conga?
Nuestra propuesta tiene que ver con, número uno, convertir a la unidad campesina en el fin supremo de la intervención; y, número dos, ayudar a que se conviertan en protagonistas de su propio desarrollo. A partir de esa apreciación es que hemos hecho una mirada ampliada del efecto que tiene Conga. La mina se ha preocupado por establecer acuerdos con las 32 comunidades que rodean la zona de operaciones, donde habitan unas 10 mil personas. Hemos visto con fotografía satelital que esa cabecera influye en 5 microcuencas, donde habitan 25 mil familias, las que pueden acceder a 300 canales de regadío.

¿La idea es ampliar el radio de acción?
Así es. Hemos planteando que cada familia tenga un reservorio unifamiliar, haciendo uso de las aguas de los 300 canales y los manantiales de la zona. De esta manera se puede garantizar 39 millones de metros cúbicos de agua para la comunidad al año, de tal modo que se puede usar el riego tecnificado. Esto es 11 veces más que la cantidad de agua que pretende concentrar la mina en los cuatro reservorios.
 
¿Hablaron con la minera de esta propuesta?
Desde Sierra Productiva, nuestro interés es que esta propuesta puedan hacerla suya las rondas campesinas, las comunidades y las juntas de regantes. Nos parece la mejor vía.

La empresa, que intenta llevarse bien con la comunidad, podría tener mayor interés…
Hemos conocido, no de manera directa, que la empresa está reflexionado sobre esta propuesta.

¿Qué inversión se necesitaría?
Hemos propuesto una inversión en 2 etapas (en el primer año hablamos de 12 tecnologías y, en el segundo año, las otras 6 tecnologías). Se necesitan 12 mil soles por unidad productiva familiar. Esto conduce a S/.300 millones, es decir, US$120 millones frente a una inversión de casi US$5.000 millones. Esta es además una inversión que se realiza por una única vez. Si sociológicamente entendemos el tema, esta podría ser la mejor manera de que los pobladores se sientan incluidos en el proyecto.

Ustedes ya vienen trabajando con la minera Barrick, ¿cuál ha sido el resultado?
Con esta empresa minera trabajamos en Santiago de Chuco, en la comunidad de Cahuide. Ellos presentaron esta propuesta al concurso anual de responsabilidad social corporativa de Perú 2021, la misma que recibió el primer lugar a finales de noviembre.

¿Cómo ha cambiado la situación de los pobladores?
Hablamos de 200 familias repartidas en 10 caseríos dispersos. Para ir de un caserío a otro se necesitan entre 2 a 4 horas a pie. Ellos tenían todos los días que recoger agua caminando no menos de dos horas para cubrir sus servicios domésticos. Ahora todas las familias tienen reservorios unifamiliares a no más de 100 metros de distancia de sus casas. Esta agua acumulada es trasladada en tuberías hasta dentro de las casas. Además están con riego tecnificado, por lo que ahora cuentan con huertos y fitotoldos en producción. Así apareció un mercado ferial en Santiago de Chuco, donde se están ofertando productos orgánicos de primera calidad a una población que consumía vegetales de descarte de la costa.

¿Qué otros beneficios ha generado el proyecto?
Como estaban tan dispersos no tenían servicio de luz. Por eso, se ha cambiado la cocina solar por tres luminarias de energía solar, que incluso se pueden desmontar y convertirse en linternas. Ahora las 200 familias tienen luz en vez de los mecheros con kerosén. También quemaban jebes. Por la necesidad se estaban intoxicando. Esta energía solar además les permite cargar sus celulares, ya no tienen que ir hasta Santiago de Chuco para cargar sus equipos.

¿Y cómo es hoy la relación con la mina?
La relación con la minera ha cambiado. Ahora hay otras cinco provincias de la parte alta de La Libertad que presentaron sus solicitudes a la mina. Todos manejan el siguiente fraseo: “Eso bueno que hacen en Cahuide queremos que lo hagan con nosotros”. Un mensaje diferente de relación con la mina.

También estaban trabajando con SK Energy que está en la línea del ducto entre Pisco y Huaytará, ¿cómo va el avance?
Allí estamos trabajando con 800 familias de cuatro distritos de Huaytará y tres de Pisco. Este 31 de diciembre se terminó la implementación de la primera fase.

¿Los resultados se verán pronto?
Ya se pueden apreciar. En la zona de Pisco, existía una carencia de agua y los reservorios les han cambiado la vida. Antes tenían 7 minutos de agua por hectárea cada 30 o 45 días. Con los reservorios, les llega el agua con el maredaje. Su productividad ha mejorado mucho, de tal manera que están replanteando cambiarse a cultivos perennes, como arándanos. Están viendo el tema de animales menores. Ellos no conocían cuyes, ahora consumen proteínas de carne.

¿Algunas otras mineras han tocado las puertas de Sierra Productiva?
A partir de lo que ha sucedido con Conga, se acercaron a conversar con nosotros al menos ocho empresas mineras. Nos han dicho que este puede ser el nuevo modelo de una cultura de prevención.

¿Con cuál de estas mineras hay un mayor avance?
Con los de Hochschild se ha avanzado un poco más, incluso ya se presentó un proyecto básico, para trabajar en toda su área de operaciones (Apurímac, Ayacucho, Cusco y Arequipa). Se beneficiaría a cerca de mil familias, de las cuales más de 700 viven por encima de los 4.200 metros sobre el nivel del mar.

¿Con qué otras hubo acercamiento?
Con algunas como Horizonte en Pataz (La Libertad) y con Río Alto, ubicada en Huamachuco.

¿Qué proyectos están trabajando en la actualidad?
Estamos viendo con un grupo de municipalidad y el apoyo de Xstrata Tintaya y Xstrata Las Bambas para abarcar 7 comunidades en las zonas de Chumbivilcas y Paruro, por donde va a pasar una línea férrea de minerales que unirá Tintaya con Las Bambas. Gracias a que hemos llamado la atención de la empresa alemana de energía Siemens, también tenemos un acercamiento con el Gobierno Alemán. Una delegación de Alemania visitó el Cusco para ver la experiencia. Han entendido el programa como unos engranajes cuyos dientes calzan perfectamente, y que al moverse generan una sinergia y una multiplicidad de efectos. Consideran que así debía ser el enfoque del desarrollo.

A este paso ya no será necesaria la participación del Estado, al que tantas veces se le tocó la puerta…
El Estado podría contribuir a que sea masivo. Todo el paquete de ayuda social que era de S/.6.700 millones ahora ha trepado a S/.13.400 millones. Sierra Productiva podría ayudar a que el Estado cambie su mirada, que deje de pensar que la inclusión es social-asistencialista y apunte a una inclusión económica y productiva.

EL ENTREVISTADO
NOMBRE Carlos Paredes Gonzales.
CARGO Fundador de Sierra Productiva.
EDAD 61 años.
ESTUDIOS Economía en la Universidad del Cusco.
RECONOCIMIENTOS En el 2010 recibió la distinción del hombre del año porIPAE. El programa obtuvo el segundo lugar en el concurso del World Challenge 2010.

Aparecido en El Comercio,02/01/2012

La izquierda constructiva

jueves, junio 17
Carlos Paredes, director del programa Sierra Productiva, acaba de recibir el Premio IPAE 2009. Este premio, que Gastón Acurio ganara en el 2007, se entrega a quienes destacan en el campo empresarial y contribuyen a mejorar la educación en el país. Drago Kisic, encargado de ofrecer una semblanza del ganador, sintetizó la actividad de Sierra Productiva afirmando que “se basa en la idea de que el campesino debe ser un agente transformador y un creador de valor agregado”.

El programa, iniciado en 1994, tiene cuatro componentes base: la gestión integral de la microcuenca, tomando el agua como centro de la vida de la localidad; el incremento de la productividad en pequeños espacios, aplicando diversas tecnologías; la capacitación campesino a campesino (vía los yachachik), alentando un enganche cultural que abre el mundo rural a la ciencia y la tecnología, y el fomento de la incidencia, pero no como un pliego de reclamos sino de tú a tú ante la autoridad o el interlocutor del caso.

La Federación Departamental de Campesinos del Cusco y federaciones de otras regiones son también actores del desarrollo de esta experiencia, no asistencialista y generadora de un proceso autosostenido que, como recordaba Kisic el día de la premiación, “ha beneficiado ya a cerca de 40 mil familias campesinas de la sierra del Perú, la mayoría, hasta ahora, en la sierra sur, en Cusco, Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y Puno”.
Kisic reconoció en Paredes a una persona de izquierda, que en su juventud “entra a militar en Vanguardia Revolucionaria, actividad política que alterna como futbolista de la primera división amateur del club Garcilaso (del Cusco); luego, siempre en la izquierda, se hace miembro del Partido Unificado Mariateguista hasta el año 2003 cuando, con otros líderes políticos, funda el movimiento regional Autogobierno Ayllu”.

Su admirable compromiso y su esfuerzo recientemente premiado tienen, pues, historia. Paredes viene de una tradición de izquierda y la mantiene vigente. Nuevos tiempos y una visión alejada del dogmatismo lo llevan a considerar que el proceso de crear oportunidades mínimas indispensables para todos los peruanos es una condición básica para sostener la democracia y crear ciudadanía.

Los protagonistas de Sierra Productiva, pequeños y micropropietarios, ponen en evidencia el desafío de construir una nueva economía local y un mercado que no sea privilegio de una minoría. En este camino, los habitantes de las zonas rurales están adquiriendo derechos y responsabilidades. Pensando en esto, es buen momento para que el Perú se trace la meta de llegar al bicentenario de la Independencia sin pobreza ni desnutrición rural. El programa Sierra Productiva viene haciendo camino para conseguirlo.

Santiago Pedraglio
Publicado en peru21 24/04/2010

SIERRA PRODUCTIVA

viernes, septiembre 12











Sierra Productiva video 2

martes, septiembre 2


Sierra Productiva. Hace 14 años un grupo de campesinos comenzó a soñar con otra vida. El trabajo fatigoso no era gratificado en la misma magnitud.

La pobreza era lo único que heredaban los hijos de los pobladores. Había que romper con esa cadena de sucesiones y para eso solo contaban con la tierra, el agua y el sol.

Los peores meses del año son julio y agosto. Las heladas tienden a arrasar con cualquier vida vegetal o animal que permanezca a la intemperie en zonas cercanas a los 4.000 m.s.n.m.

Sin embargo, este grupo de campesinos descubrió la manera de superar la adversidad del clima y la naturaleza, valiéndose de ellas mismas. Y lo más novedoso, la experiencia ha comenzado a replicarse en otras zonas altoandinas dentro y fuera del Cusco.

Agrupados en la Confederación de Campesinos del Cusco y con la iniciativa de la ONG Instituto para una Alternativa Agraria (IAA), consolidaron una serie de tecnologías productivas que provienen de los incas y también otras más modernas; todas en armonía con el medio ambiente. En conjunto, suman 18 tecnologías y su base está en el riego tecnificado. Con botellas y productos de la zona elaboran sus aspersores y sus bombas de agua. Eso significó que los campesinos dejasen de depender de las lluvias que caen tres meses al año para hacer uso de su propia lluvia a lo largo del año.

Con el tiempo, estos campesinos se autodenominaron 'yachachik' (quien lleva el conocimiento, en quechua), y el programa en su conjunto se ha bautizado como Sierra Productiva.

Sierra Productiva video 1



Sierra Productiva. En un lugar del Cusco, donde solo crece el ichu como mala hierba y donde el aire helado podría cristalizarse en las fosas nasales, los pobladores de la denominada microcuenca de Jabón Mayo generaron el milagro de convertirse en agricultores de hortalizas. Si antes la dieta diaria estaba basada en mote y papa, la vida de estos pobladores ha dado un giro de 180 grados, gracias a la utilización de tecnologías adaptadas a sus zonas que les permite consumir diariamente hortalizas de todos los colores. Debido al desarrollo del agro, también se ha dado un salto en el rubro ganadero. Las vacas criollas, que producían dos litros diarios de leche, están siendo desplazadas por las productivas Brown Swiss que rinden 10 veces más. Otro rubro que cobra un mayor número de actores es el ganado de engorde. Es posible encontrar en algún establo un robusto toro que pese más de 500 kilos listo para venderse en S/.2.000 o S/.3.000 en las ferias ganaderas que comienzan a abundar en zonas aledañas. Con mejor carne y sabor, no resulta una ilusión que las mesas de los carnívoros más exigentes se satisfagan pronto con la producción local. Así, los tomates se han convertido en las manzanas y el yogur vendido en sachet, en los nuevos chups de los niños de Jabón Mayo. Además de superar la falta de nutrición, estos pobladores trazan sus planes productivos para los próximos años. De esta forma, estos peruanos han comenzado a dar sus primeros pasos para conectarse con aquello que parecía tan lejano: el mercado.


Darle alma al crecimiento

Es inconcebible y hasta inmoral que el Gobierno no haya adoptado como política de Estado la propuesta de Sierra Productiva y los yachachiq


Es cierto que solo la iniciativa productiva privada permite salir de la pobreza. Los campesinos no saldrán de ella recibiendo 100 soles de Juntos todos los meses. Por el contrario, eso los mantendrá en la indigencia. Si hay que ser pobre para recibir 100 soles, pues habrá que permanecer como tal para seguir recibiéndolos. Es peligroso. Corremos el riesgo de generar una dependencia perversa. Juntos debe ser reconvertido en un medio de capitalización productiva de los agricultores pobres. Usar parte de los 100 soles para pagar a plazos equipos de riego u otras innovaciones, por ejemplo. No cuchara, sino palanca. Porque el problema es cómo lograr que los pobres inviertan y produzcan, cómo pasar de actividades de subsistencia o autoconsumo a actividades de acumulación capitalista. Dicho de otro modo, cómo participar en la fiesta del mercado, cómo convertirse en ciudadanos plenos.

La respuesta del Gobierno es simple: más carreteras, más teléfonos, más electrificación, más agua potable, etc. Y está bien, pero no es suficiente. Los campesinos andinos necesitan apoyo tecnológico y opciones institucionales para aumentar su productividad. El paquete tecnológico ya existe: está en el programa Sembrando de Pilar Nores, en la revolución del riego por aspersión y otras tecnologías de Sierra Productiva y los yachachiq, entre otros. Las opciones institucionales también: la titulación individual que puede ofrecer Cofopri si las comunidades lo deciden, y ofertas de alianzas productivas con empresas.

Es inconcebible y hasta inmoral que el Gobierno no haya adoptado como política de Estado siquiera la mencionada propuesta de Sierra Productiva, por ejemplo, que permitiría a los campesinos salir de la pobreza en uno o dos años. La resistencia viene, sobre todo, del Ministerio de Agricultura, cuyos intereses burocráticos temen seguramente ser desplazados y no toleran que los humildes yachachiq reemplacen a los técnicos del ministerio. Es el síndrome colonial. La eficiencia de Sierra Productiva denuncia la ineficacia de los programas de ese ministerio. Por eso se oponen. Una vergüenza.

Está faltando clamorosamente una propuesta integral bien articulada para ofrecerla con entusiasmo y convicción a las comunidades. Es el elemento catalizador que se necesita para darle alma a este crecimiento de las cifras y contrarrestar la difundida idea de que este es un gobierno para los ricos. La reforma del alma debe comenzar con una reforma del mensaje del Gobierno, de su propuesta integradora. A este gobierno le hace falta liderar una gran cruzada popular por la inclusión de los pequeños en el mercado, en el gran intercambio nacional y global, donde otras reformas como la de las mypes también deben convertirse en bandera y en hechos.

De lo contrario, el país puede ser ganado por los manipuladores de las expectativas, diferencias y resentimientos que el mismo crecimiento naturalmente enciende, y de las resistencias de los afectados por las reformas modernizadoras y formalizadoras, desde la ley de carrera pública magisterial, que instaura el mérito, hasta las leyes que ordenan la actividad forestal y la pesca, por ejemplo. Esa movilización contra el progreso, que se mezcla con reclamos legítimos por incumplimientos del Gobierno o por mejores condiciones de acceso al mercado, solo puede ser contrarrestada por la percepción popular de un gran esfuerzo de integración nacional en marcha en el cual todos tienen cabida.


Jaime de Althaus
(aparecido en "EL Comercio" 01/08/08 )

Una experiencia que replicar

sábado, agosto 2
Hace algún tiempo vengo escuchando hablar sobre el programa de apoyo técnico del Instituto para una Alternativa Agraria –IAA– que ha permitido que en la cuenca de Jabón Mayo, en la provincia de Canas en el Cuzco, a una altura de 4000 metros sobre el nivel del mar, se mejore sustancialmente y con poco dinero la calidad y cantidad de productos agrícolas que allí se cultivan, con incidencia directa en la calidad de vida de los pobladores de esas zonas.

Me encuentro de casualidad con una entrevista periodística al asesor de este proyecto, Carlos Paredes, quien explica cómo hace 14 años se inicia este proyecto con el tratamiento de agua promoviéndose el riego por aspersión que permite que el agua alcance para regar mayores extensiones de tierra, lo que a su vez ha hecho posible mejores cultivos de distintas variedades como por ejemplo hortalizas y pastos mejorados para ganadería. Esta exitosa experiencia aparentemente se puede replicar y su costo parece razonable. Paredes señala que el paquete completo de 18 tecnologías tiene un costo total de 7000 soles y se aplica en tres tramos de tres años.

Si las cosas son así, me llama la atención que nadie en el gobierno se haya comprado este proyecto. En la entrevista a Paredes, éste cuenta frustrado que al ministro de Agricultura le había interesado el proyecto pero que en una reunión en el ministerio le habían dicho que tendrían problemas con el SNIP porque los montos requeridos para el proyecto eran demasiado pequeños.

Un proyecto así debe ser apoyado desde el Estado. El Ministerio de Agricultura y el Mimdes deberían evaluar tanto la parte agrícola como el impacto en la mejora de la calidad de vida de los pobladores de la zona a partir de una mejora en la alimentación y de un aumento del empleo y si es tan exitoso como parece debería ser su primer impulsor. El sector privado también podría apoyar este proyecto a través de programas como el Fondo Minero, que como sabemos tiene recursos importantes que asignar a mejorar la calidad de vida de los más pobres en las zonas mineras. Lo que falta ahora es alguien en el Estado que se compre la evaluación del proyecto y de ser esta evaluación positiva lo comunique para que pueda ser replicado por programas públicos como los que tiene el Ministerio de Agricultura. Ojala que ello se haga pronto.


Cecilia Blume
(aparecido en "Correo" 30/04/08)